martes, 25 de septiembre de 2012

... LA RECOMPENSA DE LOS DIOSES ... ( fasciculo V )

 
 
 




      Se despertó, eran las cinco de la mañana. Carlos tenía que ir al hotel. Tenía por delante un día más de convención y había que prepararse.

      Le dió un beso suave en la frente, al salir de la cama,  para no despertarla.

      Encontró en la cocina un bloc de papel. Le dejó una nota:

 

      “ Querida mia. Tengo que irme. Hoy la convención termina a las 14h. Estarás disponible? Después te llamo. Un Beso. Te quiero.

Carlos “

      Lo dejó al lado de la almohada. Salió lo mas silenciosamente que pudo.

 

      La llamó a la hora de la comida. Estuvieron juntos toda la tarde, pero fuera de casa. Juntos visitaron locales que hacia mucho no veía. Lilianne, obviamente, conocía mucho más de París que él.

      No nació ahí, pero ahí se casó y ahí se estableció con su ex marido. Su matrimonio no duro  mucho. Ella prefirió salir, divorciarse y empezar de nuevo. Entonces alquiló su pequeño piso.

      Vivieron toda la tarde como dos adolescentes enamorados. Siempre de la mano, intercambiando ternuras y cariños. Eran motivo de envidia para mucha gente que pasaba y los miraba.

      Ya de noche cerrada volvieron a su casa.

      Hicieron el amor casi toda la noche… con ardor … con pasión … en la habitación … en el salón … en la cocina … … …

      Terminaron … exhaustos … en los brazos uno del otro, y se durmieron llenos de felicidad.

      Y los días fueran pasando. Todas las noches Carlos hablaba con Mafalda. Todas las noches el sentía un enorme sentimiento de culpa … pero le bastaba mirar a Lilianne para olvidar todo … para poder sentir bien en el fondo de su alma, que todo aquello tenia un sentido … que valía la pena el esfuerzo de cada segundo que pasaba junto a ella.

      Lo sentía mas fuerte que nunca en su vida … pasase lo que pasase … Lilianne seria siempre, y para siempre, la mujer de su vida.

      Finalmente llegó el viernes, y con él, el fin de la convención. El avión de vuelta llevaría a Carlos de regreso por las doce de medio día de sábado.

      En ese viernes, Lilianne quiso cocinar para él, algo sencillo, huyendo de las complicaciones.

      El clima entre ellos estaba, perceptiblemente, un poco mas silencioso que en días anteriores.

      Carlos miraba innumerables veces el vacío … se mostraba ausente … pensativo …

      Ella intentaba mostrarse más tranquila con la situación … pero … en el fondo … también ella sentía una herida en el corazón …

      En la mesa, donde cenaban, no faltaba siquiera una pequeña vela encendida … creando un ambiente aún más romántico …

      --- Lilianne … cariño … tenemos que hablar …

      --- Sí … lo sé …

      --- Que pasará con nosotros? Qué vamos hacer ¿??!!!

      --- No lo sé … no lo sé …

      --- Lucharemos por nosotros? Por nuestro amor ¿???

      El ambiente era tenso …el aire parecía pesado …

      --- Carlos … en situaciones de difícil decisión, me gusta ser pragmática!

      --- Habla!

      --- Punto 1- Tu eres casado. No que eso me trastorne … pero tienes responsabilidades … Y Mafalda?

      En eso había el pensado toda la noche anterior. Mafalda no iría resistir a una ruptura … dependía demasiado de el … Y el???!!! Conseguiría el enfrentarla, estando ella en aquel estado, y decirle … “Mira, he conocido la mujer de mis sueños y te voy a dejar para quedarme con ella” … Seria posible vivir, después, con un peso tan grande de consciencia? Saber que abandonaría a una mujer encamada … enferma … que no podía ni abandonar la habitación sin ayuda?

      Se miraron en silencio … gotas silenciosas bajaran, testarudas, por las mejillas de Carlos.

No eran necesarias las palabras …

      Lilianne le acarició la cabeza … lo abrazó tiernamente … era la manera que tenia de decirle que lo comprendía …

      --- Sabes, cariño mío ... --- la voz le salía un poco turbia --- todo eso iría levantar una guerra para la cual no estoy preparada …

      --- Entonces … eso significa que … no nos volveremos a ver ¿??? --- Las últimas palabras de Carlos ni se entendían …

      --- No Será eso lo mejor para los dos ¿??!!!?

      De repente se hizo un total y profundo silencio en toda la casa.

      Carlos, rellenó su vaso con el vino que ella con critério había escogido para aquella, que lo sabia ahora, era su cena de despedida. La miró … elevo el vaso …

      --- Lilianne … yo, Carlos Gomes … juro, solemnemente, jamás te voy a olvidar … por mas años que yo viva, viviré por esta semana, y para el recuerdo de estos momentos …

      Ella lo imitó, rellenó igualmente su vaso y lo elevó …

      --- Yo, Lilianne Mouchotte de Raynouard, juro, por mi honor,  acordarme de ti y de estos momentos, como los más maravillosos que ha pasado en toda mi vida.

      Cruzarón los brazos en un brindis nupcial y bebieron de un solo trago. Después volvió el silencio.

      Fue él, quién, de repente, rompió ese silencio …

      --- Vamos salir ¿!!!???!!!

      --- Dónde ¿?? …

      --- Caminar solo un poco … hasta final de la calle … Por favor … vente …

      La pilló completamente de sorpresa …

      --- Si … por supuesto que sí.

      Le sujeto la mano y casi la arrastro para la puerta de la calle, divertido con su aire de total sorpresa …

      Ya en la calle, inspiro profundamente el aire fresco de la noche, e, ignorando la suave lluvia que volvía a caer, corrieron por la avenida.

      Ella no salía de su sorpresa. De repente el la hizo parar y apuntó con su brazo para la pared.

      Llevó un poco a comprender. El permanecía inmóvil … con el brazo estirado, con su dedo apuntando … entonces, de repente comprendió …

      Soltó un enorme carcajada … en la esquina de la pared estaba un fotomatón … era eso lo que el buscaba …

      Buscó en el bolsillo las monedas necesarias, entraron y se sentaron bien juntos. Después que los seis disparos del flash salieran, divertidos esperaron, no sin alguna impaciencia, los cerca de cinco minutos para ver las fotos.

      Después, ya con ellas en la mano, corrieron de nuevo hacia casa.

      Se sentaron en el suelo del salón, evaluando las fotos. Todas eran interesantes, especialmente dos, donde se podía oler el sentimiento profundo de ambos.

      --- Tienes una tijera?

      --- Pienso que si.

      Poco después tenían, ya separadas las dos fotos más importantes.

      --- Guarda esta para siempre … Yo haré lo mismo con esta.

      Abrió su monedero y ahí coloco la foto, al lado de su carnet de conducir.

      Intentaron mostrarse alegres … pero … en el fondo ambos sabían que no era así …

      Aquella fue una noche especial. Se mantuvieron despiertos toda la noche.

      El sol, se presento en un cielo inesperadamente sin nubes y los encontró junto a la ventana, por detrás de los cristales, testigos incondicionales de algo bello e inolvidable.

      --- Evitaremos las despedidas … vale ¿??!!!?? --- Carlos le susurraba las palabras dulcemente al oído.

      --- Me gustaría acompañarte al aeropuerto.

      El dudo por momentos … aquella mirada tan bella … suplicante …

      --- Vale, amor mío. Así estaremos juntos un ratito más.

      A partir de aquel momento todo pareció acelerar. El preparar de las maletas … llevar el coche para el Charles de Gaulle … el check in …

      Inesperadamente, escucharon llamar para el vuelo para Lisboa, Portugal.

      Un último abrazo … apretado … hasta la segunda llamada …

      --- Tengo que ir, mi vida …

      --- Vete, Carlos … vete … --- ahora era ella quien no podía contener sus lagrimas …

      --- Jamás te olvidaré.

      --- Yo tampoco, amor mío …

      --- Acuérdate siempre de esta semana … un día nos volveremos a encontrar … ahí nos quedaremos juntos para siempre …

      --- Vete … cariño mío …

      --- Lilianne … créeme … un día estaremos juntos …. Júrame que me crees … por favor …

      --- Vale … vale … te creo … pero ahora vete o perderás tu vuelo …

      Corrió todo el pasillo sin mirar hacia atrás. No era él quien iba ahí … era un autómata … un cuerpo sin espíritu … alguien vacío funcionando automáticamente …

      Ni se dió cuenta que el avión ya estaba en el aire. No hizo nada y nada dijo en todo el viaje, ni siquiera contestó a las azafatas que, amablemente, le preguntaban si quería algo de comer.
      Cuando realmente se despertó de su dolor estaba en Lisboa y transportaba las maletas para su coche, aparcado en el parking del aeropuerto.


                                           ( ... ohh siii ... continuará ... )


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